Iba yo como a eso de las 8:00AM a visitar un colegio de Armenia para promocionar mis cuadernos ecológicos, lo más feliz y dichosamente porque por fin iba a recibir ingresos. Resulta que en la entrada el primer contacto que tuve fue con el mal-geniado celador: Edilberto Lugumí.
El muy infeliz casi no me deja entrar porque según él, yo debía tener una especie de permiso prescrito, me pareció una falta de respeto que me dijera eso dado que me gradué en ese colegio y soy amigo del Rector y profesores de por vida.
Ya dentro, se me vinieron, a la mente los preciosos momentos que viví en ese colegio cuando era más pequeño, además de que literalmente se me lanzaron encima 10 pequeños que seguramente estaban cursando 4° grado; los muy fastidiosos querían saber qué estaba haciendo allí y por qué llevaba conmigo una caja con cuadernos ¿Los estará regalando?— Pensarían ellos. Pobres, no hay mucho que desear de pequeños como ellos.
Todo iba regular, siendo sincero, los niños no querían comprar más cuadernos, claro, la Alcaldía les regala anualmente 10 o más, pero NO SON ECOLÓGICOS.
Tras parlearme a los estudiantes con lo de la Ecología y cuidado del medio ambiente, logré conseguir ingresos, y varios de ellos, —Para mi sorpresa— eran de profesores.
Los estudiantes eran un poco pobres, la verdad, muchos ni siquiera prestaron atención cuando entré al salón.
Llevaba conmigo 100 cuadernos, cada uno a $3.000=, claro, debía ganarme el esfuerzo de trabajo.
Tras parlearme a los estudiantes con lo de la Ecología y cuidado del medio ambiente, logré conseguir ingresos, y varios de ellos, —Para mi sorpresa— eran de profesores.
Los estudiantes eran un poco pobres, la verdad, muchos ni siquiera prestaron atención cuando entré al salón.
Llevaba conmigo 100 cuadernos, cada uno a $3.000=, claro, debía ganarme el esfuerzo de trabajo.
En toda la mañana sólo logré vender 60, así que ya con $180.000 en mi bolsillo me devolví para mi empresa y hablé con mis compañeros de la experiencia y qué deberíamos hacer para generar más ingresos. Llegamos a la conclusión que sería mejor bajar un 10% al precio de la unidad.
Así terminé mi primer día laboral en la primera Institución de Armenia, El Nacional.
Así terminé mi primer día laboral en la primera Institución de Armenia, El Nacional.